14 de diciembre de 2009

Mi abuelo, mi sostén

Titular de prensa:

"El abuelo, el único sueldo de la familia"

Una vez oí decir a Tonucci que unos de los problemas de las grandes superficies es donde poner a los niños y a los coches. Afortunadamente, ese problema está resuelto. Los coches disponen de un parking y los niños de un reducido espacio de ocio mientras los padres hacen las compras.

De los abuelos, muchas veces nos olvidamos, salvo cuando son estrictamente necesarios. Representan un problema sobrevenido, o el único salvavidas, según desde que óptica se mire. Son las dos caras de una misma moneda.

La disminución de la natalidad, el envejecimiento de la población y el alargamiento del ciclo de vida no eran una preocupación administrativa o institucional hace un siglo. Sí lo son en cualquier sociedad moderna. Hay que pagar más pensiones, durante más tiempo, y hay que habilitar lugares públicos para acoger a tantos ancianos que lo necesitan.

No obstante, este nuevo fenómeno social, en concurrencia con la actual crisis económica, ha determinado que muchos mayores ('desahuciados' por la sociedad y por otros poderes), de la noche a la mañana, se hayan convertido en el único sostén para muchas familias.

El abuelo y la abuela están dotados de ese sexto sentido que les permite administrar la economía familiar desde un estado de precariedad. Recuerdo que una de mis abuelas hacía milagros con poco o con nada.

Ahora conozco casos cercanos donde los hijos han abandonado el hogar paterno y están viviendo en casa (de/y de) sus abuelos.

Bendita generación.