30 de diciembre de 2009

Azúcar

En su justa medida. Ni hiper ni hipoglucemia.

El asunto tiene que ver con una experiencia personal que sucedió en la cafetería donde desayuno habitualmente. No lo hago en casa porque me sale más caro. Un día se me ocurrió realizar un sencillo cálculo de economia aplicada y obtuve que es más barato desayunar fuera. Al precio de la leche le sumé el del café. Al coste del butano le agregué el del agua y el detergente para lavar la loza. Cuantifiqué la mano de obra, más el mantenimiento del lavavajillas y el consumo eléctrico. La conclusión fue inmediata: desayunar en casa es una ruina.

Incluso, ahorro con el azúcar. La razón es muy sencilla. No me gustan los productos excesivamente dulces. Si el café con leche lo acompaño de algún pastel, ya la dependienta sabe que no necesito ningún sobre. Es tan buena profesional que conoce mis gustos. El otro día, mientras me atendía con la amabilidad de costumbre, me sirvió el desayuno sin los dos sobres preceptivos. El encargado se percató de su 'olvido' y la reprobó por aquel lapsus.

Intervine de inmediato para aclarar la cuestión, persuadiendo a aquel señor de que la camarera era una excelente profesional. Sabía personalizar la atención al cliente: para ti tres sobres porque eres goloso y para mí ninguno porque soy así. Ojalá encontremos en todos los servicios de restauración un personal que nos trate a la medida.

Bendito terrón.