1 de enero de 2009

Pata negra

Era el 24 de diciembre. Un día importante para mucha gente. A eso de las diez y media me dirigí a comprar 200 gr de pata negra y otros 200 de lomo embuchado. Por la noche estaba invitado, con 24 personas, a una cena singular. De antemano, pensaba que en aquella compra se me iba la paga extraordinaria. Sin embargo, me equivoqué.

Estaba en una charcutería de referencia, muy conocida y valorada. El dependiente, experto en jamones, me ofreció el mejor que tenía y me dijo que el precio se había mantenido estable durante los últimos nueve años. Entonces, le indiqué que me pusiera 225 gr. La cola llegaba hasta la calle. Detrás de mí esperaba su turno un ilustre economista.

Por unos minutos, entramos en conversación. El asunto recurrente y circunstancial fue el precio del jamón. Me hizo ver que la deflación (que no es lo mismo que la desinflación) puede ser tan peligrosa para la economía como la inflación incontrolada. Por lo que pude entenderle, la gente ya no toma leche ni huevos ni arroz... Ahora está de moda el jamón, que es lo más barato.

El otro día pude constatar la bajada de precios en otros productos de 'primera' necesidad. Renové el antivirus de mi ordenador y me costó un euro menos que el año anterior. Eso me preocupó porque donde lo compré ya habían despedido a cuatro trabajadores. A pesar de todo, dicen los entendidos que lo más rentable y seguro es invertir en antivirus y pata negra. Hasta la radio difunde que es un plato preferido de Fidel. No acabo de entenderlo, a no ser que el mundo y la economía estén patas arriba.

Cierro con esta cita, extraída de un comentario al libro de Jorge Wagensberg:

"Y el universo se explica con Shakespeare o por el jamón de pata negra. No
hay lugar para la certeza, más que para asegurar la incertidumbre."

Bendita pezuña.