1 de enero de 2009

Prefacio

Estoy que no quepo. Nunca había tenido una experiencia blogueadora tan exitosa. Acabo de inaugurar mi bitácora y me doy cuenta de que, por fin, soy protagonista de mí mismo. En los cinco primeros minutos me han visitado cincuenta millones de usuarios. Todo un sueño. Antes, había escrito un libro, plantado un árbol y tenido dos hijas. Sólo me faltaba ser padre por tercera vez. Ha nacido un blog. Otra boca que mantener. Por tanto, me siento el ser más feliz de la red. El engendro aún es pequeño, un poco ingenuo, algo feo y sin demasiado parecido con sus progenitores. Supongo que cuando crezca, será autónomo, lindo y tendrá un estilo propio.

A partir de ahora no daré el coñazo a mis lectores seleccionados e 'impuestos'. Tampoco les enviaré mis disquisiciones a través del correo electrónico. Aquí estoy. Si quieres me lees y si no, dedícate a otra cosa. Lo más práctico es que te decantes por lo segundo. Yo haría lo mismo. Con desenfado, ironía, humildad y mucha paciencia pretendo difundir -Urbi et orbi- mis testimonios, inquietudes e ignorancia sobre la sociedad en la que vivo, la sociedad de los atascos y la desinformación.

El apasionante mundo de la comunicación da mucho juego y nos ofrece cada día una nueva oportunidad para analizar, criticar e interpretar lo que algunos callan. Unos lo hacen a través de los medios convencionales, los que pueden. Otros nos adherimos al pluralismo no clientelista de la red. Si en una radio local no me dejan hablar de mi querido tranvía, desde aquí podré hacerlo con plenitud, más cuando la rigidez de alguna escaleta insularista restringe la libertad de expresión.

El invento es fantástico. Por eso, estoy inmensamente agradecido a Tim Berners Lee, Jakob Nielsen y a cuantos han hecho posible el milagro de internet y su desarrollo exponencial y cualitativo. Versatilidad y comunicación van cogidas de la mano. Un reportaje o una crónica, una opinión o una denuncia, una enseñanza o un aprendizaje... Todo tiene cabida. Me pueden leer desde el entorno inmediato o desde la distancia sideral. Ya no hay barreras. Ni de Agando al Amazonas ni de Taguluche a Terranova...

Me preocupa escribir para la web. Ni sé ni nunca lo había hecho. Steve Krug me ha dicho que no es tan sencillo, aunque todo el mundo lo practica. Tendré que aprender a ser sobrio, claro e intuitivo. Comedido con la barra scroll. He de evitar el uso de elementos móviles que distraigan, para ir al grano. Procuraré no decir 'hubieron' o 'estuvistes'. Pero no lo garantizo. Declararé una cruzada perdida contra la arroba, a sabiendas de que l@s niñ@s ya la usan en nuestras escuelas. Seré polémico porque me gusta navegar contracorriente. Y siempre cometeré los mismos errores, que son consustanciales con la condición humana. Cada vez que me siento delante del teclado el terror me invade. Escribir es una tentación pero no deja de ser un problema, sobre todo cuando en el otro monitor hay alguien exigente que lee con espíritu crítico o con 'lupa'.

Una advertencia: no te asustes. El contenido de este blog es inocuo. Tiene tanto de veneno como de originalidad. La mitad proviene de otros. La otra mitad la he copiado. Aun así, si sigues leyéndome, tendré más motivos para seguir escribiendo. En realidad, mi propósito es producir una nueva bobería cada cinco minutos. Para eso me pagan. Al fin y al cabo, debo pensar que siempre puede haber alguien por ahí que no tenga otra cosa más importante que hacer. Ya lo sabes, sin ti no soy nadie.

Bendita locura.