12 de enero de 2010

Hogareño

Dos titulares de prensa:

"A más sueldo, menos tareas en el hogar"

"Los hombres se implican más en las tareas familiares si las mujeres ganan mucho"

Las dos noticias abordan el mismo asunto.

Ratifico el sentido de esos titulares porque lo he experimentado en mi propia carne.

En el pasado, tuve una relación sentimental con una mujer de alto standing. Ella estaba todo el día fuera de casa. Durante ese tiempo, mis principales ocupaciones fueron la cocina y la lavadora. Yo era el encargado de preparar los macarrones y el arroz blanco. Mientras estaban al fuego, programaba la lavadora con un centrifugado de 600 rpm. Luego tendía la ropa y por la noche me tocaba plancharla y clasificarla.

Cuando cambié de estatus, se me vino el mundo abajo. Ni cocinaba ni lavaba. Tampoco volví a tocar una plancha.

Bendito lujo.