28 de diciembre de 2009

Ciberaccesos

Dos titulares de prensa:

"Los cibercafés, en peligro de extinción"

"La mitad de los hogares no tiene Internet por el coste en España"

Cuando leí estos titulares por primera vez, me costó armonizar ambas noticias. Lo digo como consecuencia de un razonamiento muy sencillo. Si los cibercafés están en peligro de extinción será porque cada vez hay más gente que accede a internet desde su casa. Sin embargo, la segunda noticia me confirma que no es exactamente así, sobre todo, por el alto precio impuesto en España.

Son raras las veces que he entrado en un cibercafé. Las contadas ocasiones que lo he hecho han sido con motivo de un viaje. En los que he estado, sólo eran 'ciber' o locutorios telefónicos. El café me lo he tenido que tomar en el bar de enfrente. Me decía el otro día un encargado de estos locales que la facturación diaria y, por tanto, la supervivencia de este servicio obedece más a llamadas internacionales hechas por inmigrantes que a la navegación a través de la red.

Siempre he escuchado que el acceso a internet es caro en España. Tengo suscrito un contrato con un operador de telefonía y pago alrededor de 60 euros al mes para satisfacer esta necesidad de comunicación con otros. Eso, sin contar con los 60 que me cuesta cada año un antivirus decente. Por tanto, cuando desde el poder político me hablan del acceso universal a la Sociedad de la Información y el Conocimiento, pienso que alguien me está tomando el pelo. El acceso a internet es menos democrático de lo que dicen, mucho menos que aquella idea 'humanitaria' que alumbró Tim Berners-Lee en aras de que no existiera ninguna brecha digital.

Lo que hago ahora es más pintoresco y económico. Ni voy a un ciber ni ya me suelo conectar desde mi casa. Habitualmente, lo hago desde lugares públicos que me ofrecen WIFI o cualquier otra alternativa de conexión. Siempre voy con mi minúsculo ordenador o uso uno del prójimo cercano. Unas veces accedo desde el tranvía, donde el viaje es un simple pretexto. En otras, desde lugares que no voy a citar no sea que me priven de este chollo. Si se quiere que internet sea popular y esté al alcance de todos, habría que ofrecerlo gratuitamente desde entornos de afluencia masiva: colegios, universidades, bibliotecas, puertos y aeropuertos, playas, iglesias, cafeterías, guachinhes, grandes superficies, ambulatorios... El otro día pude observar en el parabrisas de un vehículo una octavilla con un anuncio de una casa de citas. Lo más novedoso es que ofrecían WIFI sin sobrecargo. Hay almas bondadosas que cuidan los mínimos detalles.

Bendito café.