24 de julio de 2009

Favor inmobiliario

Hace unos días, una amiga entró en contacto conmigo para que le hiciera un favor inmobiliario. De antemano, me asusté porque no entendí muy bien el alcance de esa solicitud. En primera instancia, pensé que se trataba de una insinuación ocasional. Luego me lo aclaró. El asunto tiene su miga y algo de historia. Resulta que está intentando comprar un piso y creyó que con la crisis lo iba a conseguir 'regalado'. Cuando aterrizó en la realidad, se dio cuenta de esta evidencia: una cosa es que las inmobiliarias ya no vendan tanto y otra muy distinta es que el precio sea asequible. La venta de pisos está por los suelos pero el precio se sitúa en una cota mucho más alta.

Recuerdo que en mi infancia los paquetes de chiques tenían un valor ponderado, elástico pero no especulativo. Si su precio justo no llega a un euro, no sería lógico que se ofertaran a un niño anteponiéndoles un factor sobredimensionado de naturaleza exponencial. Eso podría generar problemas de stockage, caducidad, paralización económica, discriminación social, angustia, impotencia... El chicle es un sector más de la economía. Aunque no está catalogado como alimento, todo niño tiene derecho a su acceso.

Me contó el 'vía crucis' que ya había iniciado en busca del ansiado 'chozo'. Se ha recorrido toda la ciudad. Ha visto más pisos que el repartidor del butano. Su primera intención es vivir sola. Para ello, le basta con una casita de tres habitaciones y si tiene algún retrete, mejor. Con uno es suficiente. La limpieza de los baños es una de las tareas domésticas más laboriosas, concienzudas y delicadas. Todo lo que había visto hasta ese momento estaba por las nubes y excedía lógicamente de su presupuesto personal. Hasta que una tarde vio un anuncio que parecía un milagro. Se trataba de un piso céntrico, pequeño, enclavado en un edificio del siglo pasado, con la fachada algo desteñida, piscina, cancha de tenis y recién reformado.

Ella quería que la acompañara porque sabe que soy metódico, detallista y me gusta ver las cosas con 'lupa'. Sin embargo, cometió la imprudencia de no advertir a la señorita de la inmobiliaria acerca de mis manías y preferencias personales. Durante la visita, adopté el más absoluto silencio porque no era yo el potencial comprador. Solamente me limité a observar y registrar mentalmente el resultado de esa experiencia. Nunca me había pasado algo igual. La bomba explotó después.

Al día siguiente, mi amiga recibe una llamada telefónica para saber si le había gustado el piso. Obviamente, dijo que no y expuso varias razones para dotar de coherencia interna su decisión. Aquella señorita me inundó de piropos. Le dijo que yo había estado muy seco, tenso, serio y raro. Es posible, ya que a medida que fui viendo cada dependencia se me venía el alma a los pies. Al menos, una cosa quedó clara: no sirvo para político porque no sé disimular.

Todavía conservo lo más significativo de mi valoración:

  1. La cuota de comunidad me pareció galáctica.
  2. La piscina y la cancha de tenis sirven para justificar un gasto de mantenimiento.
  3. El piso tenía dos baños y ahora tiene tres. Interpreto que el paradigma de 'Villa Meona' está en auge.
  4. En la habitación más pequeña, si se entra de frente, lo más práctico es salir de culo.
  5. La mediana era algo mayor que una PSP.
  6. El dormitorio principal está provisto de ese invento moderno y constreñido consistente en incorporar con martillo y cincel un baño privado. El resultado es que el inodoro queda a dos palmos de la almohada.
  7. La parte principal de la vivienda mira a un patio interior y está orientada al poniente. Eso significa que durante toda la tarde hay un sol de justicia que caldea la casa.
  8. Para mitigar esa penitencia calórica, se instaló un equipo de aire acondicionado, con el consiguiente gasto adicional en electricidad y mantenimiento.
  9. Se eliminaron unas jardineras exteriores. En su lugar, ahora se posan las palomas dejando un testigo inconfundible de su visita.
  10. Carece de garaje. Decía Tonucci que uno de los problemas más importantes de las sociedades urbanas reside en tener un sitio donde poner a los niños y a los coches.
  11. Percibí una desproporción entre la dimensión de los espacios vitales y los rincones superfluos.
  12. Los remates de la obra los vi muy sobrios.

Con esa perspectiva, es difícil que sonría.

Bendito precio.