Ante el cúmulo de informaciones relacionadas con la gripe A, me surge una nueva duda de mayor alcance: ¿La clase política es inmune a esa gripe? Lo digo porque observo que no ha sido declarada públicamente como población de riesgo. El razonamiento es muy sencillo. Si hay que vacunar en primera instancia a los integrantes de los servicios esenciales (bomberos, policía, protección civil...), también habría que hacerlo con los políticos (gobernantes y oposición) porque constituyen un 'servicio esencial' en todo Estado moderno y democrático. Supongo que no están en el cargo por una cuestión de estética personal o por otros fines distintos al bien social. Otra cosa es lo que hagan o influyan desde el poder delegado que ejercen.
Es posible que los medios de comunicación hayan silenciado esta circunstancia para no generar más alarma social. Si se traslada a la opinión pública la conveniencia y necesidad de vacunar a todo político, se crearía un estado de psicosis colectiva imprevisible, donde incluso harían falta más vacunas. Sea como fuere, realmente deben vacunarse, simplemente por un puro principio de seguridad nacional y para evitar que se den situaciones de vacío de poder. ¿Qué ocurriría si se contagia todo el gabinete político de Sanidad? ¿Y de Educación? ¿Quiénes tomarían las decisiones sabias y pertinentes? No me imagino ver en Madrid a D.ª Trinidad o a D. Ángel inmersos en un estado febril. Como tampoco deseo que estornuden en Canarias D.ª Mercedes o D.ª Milagros. Eso no sería recomendable para el sistema.
En momentos de crisis, uno de los papeles estelares de cualquier gestor público consiste en trasladar mensajes de normalidad, precaución y control al resto de la población. Pero eso no se puede hacer con el termómetro bajo la axila o con el pañuelo eclipsando la nariz. Por tanto, es de absoluta necesidad vacunar a este estrato poblacional, para tranquilidad del resto de los ciudadanos. Incluso sería bueno que lo hicieran mediáticamente y de forma colectiva para dar una sensación de sosiego e inocuidad ante los efectos secundarios del principio activo.

Ojalá esta vacuna consiga minimizar un estado de crispación crónica y térmica residente en la vida política. Aunque lo dudo porque esa crispación es interesada y obedece a objetivos ajenos a cualquier terapia sanitaria. Me conformaría con que tuviesen la cabeza fría para orientar el rumbo de una sociedad que espera mucho más de los que gobiernan y de los que opositan.
Bendito estatus.